No soy de ninguna parte, no soy nadie,
no soy nada. Solo unos pensamientos, unas ideas que vagan por la
inmensidad de la existencia.
He sido luz y oscuridad, polvo y roca,
agua y fuego, bestia, humano y muchas veces ambas cosas. He sido
hombre y mujer, joven, adulto y anciano. He sido rey y mendigo,
caballero, pícaro, noble y plebeyo.
He sido sueños y fracasos, artistas
reconocidos y repudiados, oficial y soldado, luchador, desertor,
mártir y olvidado. He sido divinidad y sacerdote, clérigo y hereje,
caudillo, déspota, dictador y revolucionario. He sido cura y
enfermedad, actor y espectador.
He visto cosas con miles de ojos
distintos, cómo se han forjado y caído grandes imperios, terribles
guerras e injustos tratados de paz y como han pasado siglos sin que
nada de esto cambiara. Y yo no he cambiado. Y yo no he cambiado,
sigos siendo unas ideas, unos pensamientos, que se forjaron, se
forjan y se forjarán con la experiencia y el paso de los
acontecimientos, o lo que es lo mismo, el tiempo.
Pero sigo siendo eso, ideas y
pensamientos recluidos en un cuerpo, todo un universo infinito
atrapado en un pequeño cráneo.
Nada, solo fe, que seguirá encerrada
mientas sea la voz de otros la que se alce proclamando quién, qué y
cómo eres.
Seguirá encarcelada mientras solo
quieras seguir los pasos de aquellos a los que admiras, envidias o
incluso adoras. Esos caminos están colapsados y desgastados, sigue
esas sendas y caerás, nadie tenderá su mano y continuarás
ahogándote en tu fracaso, alimentado la agonía con cada grito de
impotencia.
No quieras alzar la Torre de Babel.
No quieras tallar “El David”.
No quieras pintar “La Gioconda”.
Todo eso ya se hizo, no pretendas ser
nadie más que tú.
Alza una maravilla tal, que su sombras
haga desaparecer a la Torre de Babel, y sea objeto de admiración
incluso siglos después de que tú y tus obras estéis bajo tierra.
No pretendas ser Miguel Ángel,
representa tu propia visión de la inalcanzable y deseada perfección.
Cautiva al mismo espíritu de da Vinci
con la magia que has sido capaz de dar forma con tu pincel.
Haz uso de tu lápiz, cincel,
instrumento musical, herramientas, voz y manos.
Crea, haz algo que mantenga vivo tu
recuerdo. No tengas prisa, la vida es larga, pero como todo,
inevitablemente llega a su fin, con el certero, preciso e imparable
paso del tiempo.
Crea, vive, porque cuando todo sea
polvo, lo único que quedará, será el recuerdo de lo que fuiste e
hiciste.
Consigue que tu grito, victorioso,
acompañe al viento a través del paso de las eras.
Vive, crea, porque de esta forma,
sobrevivirás al fin de los días.